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Romance en las partidas de rol: ¿Es para mí?

Una reflexión sobre cómo pasé de rechazar el romance en mesa a integrarlo en Amor de otro Mundo. Comparto aprendizajes y consejos para crear relaciones sociales vivas en tus partidas de rol.

Reah

9/8/20255 min leer

Romance en las partidas de rol:

¿Es para mí?

«No, definitivamente no», pensé la primera vez que me planteé dirigir una partida de rol online. En realidad me sentía obligada a hacerlo: quería acercar el rol a mi audiencia, que no era rolera, pero sí consumía historias de romance y salseo.

Si me conocías en aquella época, sabrás que intenté «engañar» a mi comunidad con el caramelo del romance, cuando lo que en verdad quería contar era una trama de sectas, misterio y mucho drama.

La ironía es que terminé engañándome a mí misma.

De «odiar» el romance a ser la creadora de Amor de otro Mundo

Permíteme que me entretenga contándote mi historia, por si te resuena. Siempre me he considerado una persona romántica, sensible y a la que le gustan los detalles bonitos. Tanto hacerlos como recibirlos. Pero a mi manera: en la intimidad con mi pareja, en la vida real.

Toda representación de romance en cualquier formato (series, películas, libros…) me parecía aberrante, ñoña y extremadamente irritante. Y, por supuesto, nunca añadía este tipo de tramas o escenas en mis partidas de rol, ni como jugadora ni como máster.

Con la perspectiva de los años y tras un proceso de autoconocimiento, he llegado a dos conclusiones:

  • Nunca me permití disfrutar del romance, porque quería alejarme de lo que se consideraba «femenino» o para un público femenino. Dentro de mi cabeza, eso era algo poco serio o de baja calidad. Y, como buena mujer nacida en España en los años 80, no era inmune a los mensajes que me rodeaban. Mis hobbies, mi sexualidad y mi personalidad ya no eran consideradas «femeninas», y eso me radicalizó todavía más: no me gustaría nada femenino, no sería «una chica más».

  • No todo el romance era malo, aunque tampoco todo me iba a gustar. No soportaba las historias facilonas, pero sí me emocionaban, desde niña, los romances cargados de drama. Mi anime de referencia, mi favorito de la infancia, era Wedding Peach: un shojo magical girl inspiradísimo en Sailor Moon, pero con un componente que me fascinaba. La protagonista, una guerrera medio ángel, estaba enamorada de un muchacho medio demonio. Una historia arquetípica de Romeo y Julieta, con batallas sobrenaturales de por medio. Ahora me parece tan obvio XD

Termino mi historia aquí con una reflexión. Cuando Amor de otro Mundo se dio a conocer al resto del mundo rolero, recibí por Twitter muchos comentarios de hombres jugadores que, sin saber apenas de qué iba esta vaina, se hacían eco de nuestro éxito con un «no soy el público objetivo de esto». Quizá era verdad, pero la necesidad de desmarcarse —y de que todo el mundo lo supiera— era, cuanto menos, curiosa.

Hoy me pregunto si ellos, al igual que yo hace cinco años, no se estaban «permitiendo» disfrutar de algo que todas y todos anhelamos en algún momento de nuestras vidas.

Pero, por si te apetece experimentar, te cuento algunas cositas.

Cómo introducir romance en tus partidas de rol

Lo primero que me gustaría aclarar es que no hay una única manera. Mi error fue pensar que solo existía un tipo de relación romántica posible, y que además, debía estar en el centro de la historia.

Si no sigues Amor de otro Mundo, quizá te sorprenda esta afirmación: ADOM no va de amor. No es el pilar fundamental de la trama ni nunca lo ha sido. O tal vez sí sigas la serie y pienses que estoy equivocada, que ADOM va de amor. Déjame contarte mi planteamiento como máster, y quizá puedas añadirlo a tu propia mesa.

Como directora de juego, yo creo la historia de sectas, misterios, terror sobrenatural y drama.
Mis jugadoras ponen el romance, si es que quieren.

Por eso el primer paso para introducirlo en tus partidas es asegurarte de que tu grupo desea jugar ese tipo de interacciones, y en qué medida. Sean o no el punto central de la aventura, es importante que exista un acuerdo previo. Incluso si hay alguien que no quiere experimentarlo y el resto sí, esa persona nunca debería sentirse obligada.

Tu mejor herramienta son los PNJ, y la profundidad con la que se relacionen con ellos dependerá de las personas que juegan. En una partida donde abres la puerta al romance, los PNJ son importantes, pero no como objetivos románticos de los PJ. Piénsalos como puzles sociales, como «personas reales» con intereses, rarezas y contradicciones. La clave es que sean recurrentes, interesantes, con ganchos de trama que los mantengan presentes, y que tengan historia vital, vulnerabilidades y fortalezas. Solo si el grupo decide relacionarse de forma más profunda con ellos, podrá descubrir todo esto.

Tal vez, en ese camino, un PJ sienta afinidad como para experimentar romance. Tal vez no. Pero en cualquier caso, habrás creado una red de relaciones sociales ricas que dará mucho color a la partida. Lo que nunca funciona es diseñar un PNJ random que, casualmente, es guapísimo y playersexual: da igual lo que haga el PJ, el PNJ está ahí para cumplir fantasías. En mi mesa, cualquiera desconfiaría al instante de un personaje así. Diseña personas con inquietudes, secretos, puntos fuertes y débiles. Que incluso puedan rechazar a un PJ. Quien quiera intimar lo hará desde la calma y la confianza y, solo entonces, quizá surjan este tipo de escenas.

Me gustaría ponerte un ejemplo. En la primera temporada de ADOM, me atrevería a decir que la relación más icónica y más querida por la audiencia fue una relación fraternal entre dos PNJ: Pandora y Sebas, que se cuidaban como hermanos. Pandora nunca estuvo disponible como PNJ ligable, y aun así fue de los personajes con más interacciones de toda la mesa. Sebas, en cambio, lo diseñé como mentor… y terminó siendo el interés amoroso de dos PJ (y de casi toda la audiencia también). Lo importante es que se sentían vivos, y eso era lo que marcaba la diferencia.

Conclusión

El romance en las partidas de rol no es una fórmula que se pueda imponer ni un premio que se entrega al final de una quest. Es una emoción que se abre camino cuando las historias y los personajes lo permiten. A veces surge, a veces no, y ambas cosas están bien. Lo que de verdad importa es que los vínculos —ya sean románticos, de amistad, de rivalidad o de fraternidad— se sientan auténticos.

Si alguna vez quieres explorarlo en tu mesa, recuerda que lo importante no es diseñar PNJ «perfectos», sino crear personas con sus contradicciones y dejar espacio para que las relaciones evolucionen de manera natural. La magia ocurre cuando nadie lo esperaba, y un detalle secundario puede convertirse en una de las tramas más recordadas de la campaña.

Yo aprendí a permitirme el romance en rol, y descubrí que no solo enriquecía mis partidas, también me abrió puertas como creadora y como persona. Ahora te pregunto: ¿y tú? ¿Has explorado el romance en tus partidas de rol? ¿Te apetece hacerlo?